jueves, 29 de noviembre de 2007

TATO BORES TIENE SU PLAZOLETA EN EL PARQUE TRES DE FEBRERO

24 de noviembre de 2007
Una porción de Palermo ya es del eterno rey de los monólogos






HIJOS. MARINA, JUNTO A OSCAR MARTINEZ,
Y AL LADO, SEBASTIAN BORENSTEIN.

Por: Silvia Gómez
Le gustaba llamarse a sí mismo "Actor Cómico de la Nación". Tato Bores fue unícono del humor televisivo y el tiempo, su trayectoria y el público confirmaron ese apodo que inequívocamente lo describe.

Corrosivo y políticamente incorrecto, sus monólogos se transformaron en un clásico de los domingos por la noche. Se calzaba su frac, una peluca, lentes sin vidrios y un habano y espetaba las críticas más agudas. Y los destinatarios eran casi siempre los políticos de turno: "a cara limpia usted no puede decirlo todo. Por eso le añado a mi personaje este toque de locura, este disfraz que ya me identifica", explicó alguna vez.

Murió en enero del 96 y más de once años después una pequeña plazoleta del parque Tres de Febrero -ubicada frente a la planta potabilizadora de Aysa- fue bautizada con su nombre. Una plaqueta de bronce, junto a un palo borracho, lo recuerda además como uno de los defensores de este pulmón verde de la Ciudad, por el que habitualmente salía a caminar.

Ayer por la mañana su familia y sus amigos le rindieron homenaje: "Cuando a principios de los 90 quisieron vender estas tierras para hacer un hotel cinco estrellas, Tato se puso al frente de una protesta para frenar el proyecto", contó Osvaldo Guerrica Echevarría, de los Amigos del Lago de Palermo.Ayer sus hijos -Alejandro, Sebastián y Marina- recordaban un sketch en el que Tato ironizaba sobre el proyecto hotelero en Palermo junto al actor Roberto Carnaghi, quien en sus programas protagonizaba a un político corrupto.

También estuvieron presentes su mujer, Berta, su hermano, Enrique, y algunos de los amigos que hizo a lo largo de su carrera: Daniel Rabinovich, de Les Luthiers, las periodistas Magdalena Ruiz Guiñazú y Carolina Perín, los actores Oscar Martínez, Martha Bianchi y Carlos Perciavalle y la directora teatral Lía Jelín.

La última vez que se pudo ver a Tato en televisión fue en 1999, en un ciclo semanal basado en sus viejos tapes. Se vio lo eterno de la genialidad de Mauricio Borensztein, su verdadero nombre.

Ayer, bajo el frondoso palo borracho, un amigo recordaba cuando, en 1967, Tato denunciaba la falta de gasas, jeringas y salarios dignos en los hospitales públicos.

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