martes, 27 de noviembre de 2007

PROPUESTA PARA REZONIFICAR UNA MANZANA DEL BAJO BELGRANO

27 de noviembre de 2007
Rechazan la construcción de torres en terrenos de la Embajada rusa
Quedan en Olazábal y Húsares, donde está prohibido hacerlo. Los vecinos se oponen y aseguran que la modificación afectará la fisonomía de todo el barrio. Pero la Legislatura ya le dio un primer aval al proyecto.

Por:
Silvia Gómez

Los vecinos del Bajo Belgrano están en alerta. El próximo 6 de diciembre la Legislatura porteña podría aprobar un cambio de zonificación que modificaría el perfil de 28 manzanas. Es que en la área, comprendida por las calles Migueletes, Monroe, Dragones y Sucre sólo esta permitido construir una casa por parcela. Pero con la modificación del Código de Planeamiento Urbano se podrían levantar torres y edificios multifamiliares, entre otros emprendimientos. Y el eje de la polémica es una manzana que es propiedad de la Embajada de la Federación de Rusia.


Ahora es un terreno baldío, pero allí la sede diplomática quiere construir un edificio de viviendas para el personal de la Embajada. Las leyes que afectan al Código de Planeamiento son de doble lectura.

Esto significa que hay un primer debate en la Legislatura y, si el proyecto es aprobado, debe pasar por una audiencia pública en la que los ciudadanos y las partes pueden presentar objeciones, para luego ir a una segunda votación. Este es el caso de la manzana de la Embajada de la Federación de Rusia.

Desde fines del año pasado, cuando fue aprobada la primera lectura de este proyecto de ley -que está impulsado por el macrista Alvaro González-, los vecinos vienen juntando firmas y tratando de impedir que se construya en altura. Y participaron activamente de la audiencia pública en la Legislatura: "Entendemos que detrás de este cambio de zonificación hay muchas presiones e intereses inmobiliarios. De hecho el proyecto de ley se mantuvo en secreto y nosotros nos enteramos de que existía una semana después de la primera lectura.

Incluso, algún vivo creó una asociación de vecinos ficticia, para adulterar la opinión de quienes realmente vivimos en el barrio", le contó a Clarín Liliana Mola, vecina de Bajo Belgrano.La Embajada posee allí dos manzanas, entre las calles Dragones, Cazadores, Blanco Encalada y Olazábal. Originalmente fueron vendidas para construir la sede diplomática, viviendas para los empleados y oficinas.

La embajada nunca se trasladó (actualmente funciona en Rodríguez Peña 1741), pero en una de las manzanas se construyeron oficinas de la sección comercial y vi viendas de diplomáticos. Todo en edificios que no superan los cuatro pisos y que comparten un pulmón verde plagado de plantas y árboles. La otra manzana nunca se tocó. "En algún momento hasta se armó allí un pequeño asentamiento", contó Ricardo Yofre, uno de los integrantes de la Asociación Vecinos Autoconvocados del Bajo Belgrano.

Los vecinos sacan cuentas del negocio inmobiliario: "Con la zonificación actual pueden construirse hasta 9.600 metros cuadrados. Pero si se logra el cambio, se podrían construir 36.000. Es un negocio inmobiliario fabuloso. Casi cuatriplica la capacidad de construcción", detalló Juan Alfonso, otro de los vecinos.

Por su parte, la Embajada admite "la intención de construir un edificio de viviendas para el personal y desarrollar para ello un proyecto de inversión con la participación de empresas locales, lo que creará nuevos puestos de trabajo para los argentinos". Y entiende "que en el mismo barrio existen diferentes intereses: los de los vecinos que viven en casas unifamiliares bajas y los de los que tienen apartamentos en las torres que están junto a nuestro terreno baldío, que no quieren que nada les obstaculize la vista al Río de la Plata".

El barrio está dentro de la unificación número 23, un área de la Ciudad en la que conviven diferentes zonificaciones. Así, hay manzanas en las que se pueden hacer torres sin límites de altura; otras, en las que la Fuerza Aérea exige un límite de 20 pisos; algunas en las que los edificios pueden tener hasta 21 metros; también hay una zonificación comercial y otra de edificios con espacio verde obligatorio. Y, claro, las manzanas de casas de una familia.

El barrio es uno de los más jóvenes de la Ciudad, porque nació en el 78. Es que en estos terrenos había una villa. La dictadura la erradicó y con el tiempo se transformó en un barrio top. La mayoría de las casas son lujosas y muchas tienen parque y pileta. Además de pagar seguridad privada entre todos, algunos vecinos tienen garitas privadas en la puerta.

El Director de la Comisión de Planeamiento de la Legislatura, Juan Felipe Manavella,explicó que "la manzana rusa está dentro de la zonificación en la que se permite desarrollar en altura. Pero cuando fue adquirida por el gobierno ruso se firmó una ordenanza en la que se le impedía construir en altura. Con el proyecto de ley se derogaría esa ordenanza para que la embajada pueda levantar un edificio sobre una de las esquinas". Manavella explicó que esta rezonificación busca ordenar territorialmente el barrio: "Actualmente hay muchos terrenos grandes sin uso, con normas que son de 1977 y que no reflejan el crecimiento que ha tenido el barrio. No queremos que esas tierras sigan inútiles. Se podrían desarrollar shoppings, centros comerciales y viviendas".

A pocos días del cambio de Gobierno porteño, los vecinos buscan frenar un proyecto que transformaría el barrio.


Un barrio con varios famosos

Aunque logran esconder las casas, los paredones, a su manera, dejan en evidencia que el Bajo Belgrano es un barrio lujoso. Y en sus casas viven una buena cantidad de famosos. Según cuentan vecinos anónimos, allí se puede ver a Norma Aleandro, Guillermo Vilas, Alejandro Romay, Graciela Fernández Meijide y el actual ministro de Justicia, Alberto Iribarne, entre otros. Por eso no sorprende la cantidad de garitas de seguridad privada.

El primer negocio de su vida
Silvia Naishtat

En el que fue el primer gran negocio de su vida, Eduardo Elsztain propuso a su abuelo vender las dos manzanas que poseía en Belgrano. Este ex estudiante de medicina y también ex alumno del Nacional Buenos Aires se había enterado a sus 23 años que Moscú buscaba un sitio para ubicar su representación diplomática. Aún no había caído el muro de Berlín y en 1985 muchos creían que la URSS sería eterna.

Elsztain sabía que los por entonces soviéticos pretendían un amplio terreno alejado del centro. Viajó varias veces a Moscú hasta que cerró trato. Esa operación fue el comienzo de su carrera hasta convertirse con Irsa en el propietario de los edificios más emblemáticos de la Ciudad, además de ser el dueño de casi todos los shoppings y del banco Hipotecario.
Con Cresud es uno de los mayores terratenientes.

Testimonios de los vecinos

"Nosotros entendemos que el cambio en la zonificación esconde un negocio inmobiliario espectacular. Este es un barrio en el que se llegan a pagar hasta U$S 3.600 el metro cuadrado construido.

"Liliana Mola"En medio de nuestros reclamos, agrupados como Asociación Vecinos Autoconvocados del Bajo Belgrano, hemos recibido cartas documentos que buscaron intimidarnos.
"Juan Carlos Marich"No queremos que se comience a construir torres de veinte o treinta pisos sin control.

"Ricardo Yofre, En otros barrios la infraestructura se vio afectada y nosotros no deseamos pasar por la misma situación.


Hace falta una solución integral
Guillermo Allerand

El ahora atenuado boom de la construcción ha desatado en por lo menos el último año y medio múltiples demandas. El crecimiento económico tras la crisis y el anunciado desarrollo de proyectos, como el caso de la ampliación del subte, motivaron a constructores e inversores a poner en marcha un negocio que se metió en barrios antes menos explorados y de ambiente más familiar. De allí que en Coghlan y Caballito, dos emblemas del barrio clásico, los vecinos hayan logrado recientemente, tras protestas y la clara aparición de problemas de infraestructura, que se regule la construcción indiscriminada de torres. Pero el tema, sin duda, es polémico y está lejos de haberse solucionado.

Todas las medidas parciales serán parches en tanto no nos planteemos seriamente qué tipo de ciudad queremos para vivir. Allí, todavía, espera el Plan Urbano Ambiental que permita hacer un nuevo Código de Planeamiento.

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